jueves, 11 de septiembre de 2008

Una sorpresa para Marta(*)

No, no hace tanto tiempo. Fue solo anteayer cuando Marta pasó el día entero con Sonia.
Sonia estaba llorando. Marta no soportaba ver a nadie llorar. Y menos a Sonia, a quien siempre se la veía tan fuerte y arrogante…¡ era perturbador y extrañísimo verla llorando a mares, con sus hermosos rojos inyectados en sangre y su linda nariz colorada como un tomate!
Marta no era amiga de Sonia. En verdad., Sonia ni siquiera tenía amigas dentro de la clase. Sonia era de esas chicas populares que solamente tratan con aquellos que les rinden pleitesía. Tenía amigas, pero en otro curso, todas mayores que ella. Pero cuando Marta la vio llorando en el baño a mediodía, al terminar las clases, y le preguntó qué le pasaba y si precisaba ayuda, Sonia parecía realmente sola y acongojada. En ese instante, Sonia lloró más fuerte aun y se abrazó a Marta. Marta se sintió halagada, como con la sensación de que podría serle útil a Sonia. Era increíble, que ella pudiera salir a la ayuda de la chica más fuerte y orgullosa del grupo. Bien sabia que a Sonia sus amigos no la querían nada. Decían que Sonia era una arpía, maligna y chismosa. Pero en medio de tantas lágrimas, Marta la veía realmente abandonada y vulnerable. De maldad, nada.
Marta pensaba que aunque no aprecies a alguien, en un momento de dolor, alguien que sufre es alguien que precisa tu ayuda, y que merece consuelo. Y a ella le daba mucha pena ver a Sonia así de derrumbada, como luego supo, porque el grupo de las grandes le acababa de dar la espalda porque una de ellas estaba ofendida con Sonia por algo que ella no alcanzaba a comprender. “Yo no hice nada….¡ me acusan injustamente!”, repetía Sonia, secándose las lágrimas en el hombro de Marta.
Marta le sugirió a Sonia que se lavara la cara con agua fría, y le aseguró que la acompañaría adonde tuviese que ir .Salieron del colegio, y caminaron lentamente. Sonia se tomaba del brazo de Marta como temiendo caerse por el camino.
- ¿Te acompaño a tu casa? – le pregunto Marta
- - No, no quiero ir a casa.
- ¿Venís vos a la mía?
- - No, no quiero que nadie me vea con esta cara – dijo, mientras ocultaba su rostro congestionado detrás de una cortina de lacio cabello dorado.
- Esta bien. Vamos a la plaza y te compro un helado para que se te pase la tristeza.
Marta estuvo todo el día acompañando a Sonia y escuchando sus historias incomprensibles acerca de intrigas entre un grupo de amigas de nombres que se le mezclaban, porque no conocía a ninguna de ellas.
Marta estaba preocupada pensando que a esa hora tendría que haber ido a devolver el libro de Historia en la biblioteca, que no llegaría a tiempo a su clase de francés, y que su madre se preocuparía. Pero Sonia aún estaba muy trastornada como para quedarse sola. Y Marta se dijo “bueno, ya que estoy haciendo la buena acción del día, y la voy a hacer hasta el final”. Al final del día, Marta se sorprendió viendo que estaba compartiendo horas muy intimas con Sonia, que la final era mucho más débil y humana de lo que los demás pensaban. Y en cierta forma se sintió orgullosa de haber descubierto la veta sensible de Sonia. Llegó a pensar que si ella era capaz de rescatar lo mejor de Sonia, quizás podría demostrarles a todos que Sonia podía unirse al grupo del curso, que podía convertirse en una buena amiga. Y también podría desmostrarle a Sonia que hay gente buena que podría escucharla y ser su amiga, en lugar de ese grupo de grandes engreídas que acababa de despreciarla.
Ese encuentro en el baño de chicas no había sido casual. Sonia se había cruzado en su camino para que ella pudiera mostrarle como es ser amigo de verdad, siendo solidario con el otro y dándole una mano en un momento difícil.
Pensando esto, Marta tuvo de repente una idea genial para cambiarle la cara a Sonia . Sin dudar en darle esta alegría, le dijo:
- Sonia, este sábado festejo mi cumpleaños en casa y quiero que vengas.
- ¿ Yo? ¿A tu cumple?
- Si, Sonia. Sé que al principio te vas a sentir rara , porque nadie de los que invito son de tu grupo, y en verdad no te aprecian mucho porque…no te conocen . Pero quiero que te conozcan y sepan quién sos . Quiero que tengas la oportunidad de sumarte a nuestro grupo. Somos buena gente, ya vas a ver.
Sonia alzó sus ojos claros tímidamente.
- ¿Estás segura de que querés que vaya a tu fiesta?
- Claro que sí. - dijo Marta, pensando por un segundo como haría para que Sonia fuera aceptada en el grupo. ¿Y si la mitad de sus amigos se enteraba y decía “si ella va yo no voy”? Bueno, la decisión ya estaba tomada.
Marta la acompañó a Sonia hasta su casa, ella la despidió e la puerta saludándola con la mano, y en la hora de viaje de regreso a su casa, Marta estuvo dudando si habría hecho lo correcto o si había ido demasiado lejos con esa invitación, conmovida por la situación. Pero ya era tarde para arrepentirse.
Se reunió con sus amigas a organizar la fiesta y no tuvo el coraje de avisarles que había invitado a Sonia. Solamente tuvo coraje para llamar a David, el chico que más le gustaba, para recordarle que no faltara a su fiesta. El le dijo que no se la perdería por nada de mundo y Marta sintió que tocaba el cielo con las manos. Sin ninguna duda, David era el mejor chico de todos. Y ella soñaba con el día en que él se animara a acercarse y a pedirle que fuera su novia. Esa noche no pudo dormir pensando en el momento en el que viera entrar a David en su propia casa…¡ Ese sería el mejor regalo de cumpleaños de todos! .
En la mañana del sábado, sus amigas llegaron para aturdirla con la decoración de la casa. Armaron sandwiches, hicieron pochoclo, pusieron las bebidas en la heladera y flores en las mesas y, cuando todo estaba listo, todas fueron a vestirse y a ponerse hermosas.
Marta se había comprado un vestido negro y zapatos nuevos especialmente para esa noche. El vestido tenía unas cadenitas plateadas al costado, que le daban un toque sensual y sofisticado. Y los zapatos eran verdaderamente preciosoa, con un broche metálico que hacía juego con las cintas del vestido. Cuando sus amigas la vieron, le dijeron “ ¡Waw , Marta!¡Parecés otra! ¡Estás sensacional!” Mientras sus amigas atendían a los invitados y servían las bebidas, ella se delineó con cuidado los ojos, se hizo rizos en el pelo, se puso su mejor perfume y sólo cuando se vio realmente preciosa, salió a saludar a todo el mundo. Todos la miraban asombrados y le decía que jamás la habían visto tan bella. Pero a ella no le importaba lo que opinaran todos. Porque sólo estaba pendiente de ver entre los invitados a quien más quería ver: a David. Ya había pensado si él no tomaba ninguna iniciativa, al menos ella podría pasar el resto de su vida pensando, feliz, que “ en este mismo sofá se sentó David en mi cumple” . Y con eso, ya se sentiría dichosa. Pero en el fondo, también sabía que lo que ella quería era deslumbrar a David, que él se enamorara perdidamente de ella, que la tomara de la mano, la mirara a los ojos y le dedicara una de sus preciosas sonrisas, solo para ella.
No quiso preguntar a sus amigas si David había llegado, para que no empezaran a reírse de su enamoramiento, y recorrió toda la casa buscándolo con los ojos. Había tanta gente que se consoló pensando que si llegaba a venir Sonia, sus amigas ni notarían su presencia y no le reprocharían nada.
Como no lo veía por ningún lado, cada vez que sonaba el timbre ella corría a ver si era él.
Luego de recibir a más amigos y amigas, sin que David llegara, Marta empezó a sentirse muy inquieta. Cuando ya no aguantaba más, le preguntó a sus amigas si David había llegado.
- Por supuesto que si …¿qué? ¿no lo viste?¡ Hace como una hora que está por aca!- le dijeron .
Marta recorrió casi corriendo toda la casa,la cocina, cada cuarto, el patio y hasta el jardín. Había gente riendo por todas partes, Y fue allí, bajo las estrellas, que vio el pelo ensortijado de David detrás de las ramas de un arbol…¡ que emoción enorme!.
Pensó en ir directo a reprocharle que no la hubiera saludado.
Después de todo, era su cumpleaños y él ni se había preocupado en ubicarla en el gentío. Pero en vez de eso, resolvió taparle los ojos para que adivinara quien era ella. Eso era buena idea : tener un pretexto para tocarlo la entusiasmaba más que ninguna otra cosa . Caminó hacia él lentamente, y cuando estaba a la distancia justa para taparle los ojos por la espalda, él giró la cabeza y la miró. “Qué lindo que es”, pensó Marta, conteniendo el aliento .Pero vio algo muy extraño pegado al rostro de David. Tardó un segundo en darse cuenta de que era una mano con uñas pintadas de rojo brillante. Y detrás de la mejilla de David, vio asomar el rostro triunfante de Sonia, sonriendo de oreja a oreja. Estaba realmente bella, con su largo pelo rubio cubriéndole la mitad de sus ojos color del cielo. Sonia estaba muy pegada a David. En verdad, él la estaba tomando por la cintura. Cuando Sonia la vió, dijo: “¡Marta, qué sorpresa! .Qué buena está la fiesta , ¿eh? … Le conté a David lo amable que fuiste el otro día conmigo…¡En verdad , con los dos, pues gracias a tu fiesta, nos acabamos de conocer!¿Donde lo tenías escondido, nena?” Y dicho esto, Sonia tomo la cara de David con las dos manos y le estampó un beso en la boca. Y siguieron los dos besándose como si Marta no existiera.
Marta caminó marcha atrás, para alejarse de los dos, y se fue directo a la cocina, a lorara sobre los vasos para lavar.No volvió a salir al jardín .En el living, intentó fingir que la pasaba bien, sintiendo que este era el peor cumpleaños de su vida.
No le contaría nada a sus amigas, sabiendo que ellas le reprocharían lo idiota que había sido por creer que Sonia merecía compasión o amistad. No le diría nada a nadie de lo que había pasado , porque todas le dirían que David es un imbécil, y ella tampoco creía eso.
Ella sentía que estaba metida en el cuento ese del escorpión que ayuda a la rana a cruzar el río, y luego le clava el aguijo y le dice “esta es mi naturaleza, debiste haberlo sabido” .

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