jueves, 11 de septiembre de 2008

Entre algodones

Cuando nació Milagros, los padres no podían creen lo que tenían entre los brazos.
Era una muñequita preciosa de porcelana.
Los otros bebés de la nursery eran monstruitos o larvas comparados con ella.
“Nació peinada” , reía el papá.
Es que tenía unos rulitos rubios perfectamente distribuidos por toda la cabecita, con un rulito perfecto exactamente en el medio de la frente. El color de su piel era blanco transparente, y sus mejillas sonrosadas enmarcaban una preciosa boquita, roja como un pequeño corazón. Como si se hubiera pintado los labios antes de nacer. Sus ojos eran puras pestañas rizadas. Apenas los dos acariciaron la perfecta curvatura de su mejilla en miniatura, ella abrió dos enormes ojazos color turquesa, como sorprendida. Y juran que hasta el obstetra, que generalmente no mira mucho a los recién nacidos, dijo “ ¡Ahhhh, qué belleza!”.
De ahí en más solo llamó la atención por lo bonita y graciosa que era. Cuando sonreía, tenía un hoyuelo en cada mejilla. Una muñequita. A mamá la paraban en la calle para ver a al nena un rato más. Le compraron las mejores ropas. Su habitación era un ensueño de peluches color pastel y cama de bronce con baldaquino y tules rosados.
Se sentían muy afortunados de tener una nena tan preciosa. Ninguno de los dos era muy agraciado, y no entendían de dónde venían esos genes perfectos.
Milagros era alegre, cariñosa, y buena como el pan. Esperanzados, los papás tuvieron dos hijos más. Ambos varones, narigones, morenos, de rasgos angulosos, y torpes como focas fuera del agua. Milagros hacía todo con gracia infinita. Había que verla tomar la taza de té con sus manitas regordetas, o atarse los cordones de sus zapatos con esos deditos finos y gráciles. Los abuelos y los tíos se peleaban por cuidarla. Nunca hacía falta, porque los papás no la dejaban ni a sol ni a sombra .
En la escuela fue elegida mejor compañera, mejor alumna, escolta y también abanderada.
Tuvo algunos temas de celos con alguna compañerita, pero ella todo lo solucionaba hablando, escuchando y comprendiendo a todo el mundo. La gente les decía “ Llévenla a la tele” , justo a ellos, que odiaban la televisión.
Los padres cuidaron su educación hasta en el último detalle. La enviaron a una carísima escuela con método Montessori, en la que aprendió a leer a los cuatro años, le pusieron profesora particular de piano, francés, inglés y danzas clásicas, y le prohibieron mirar televisión en casa de las amigas , para que no entraran imágenes violentas en su tierna cabecita. En casa, por supuesto no había tele. En los ratos libres, todos conversaban , pintaban , leían, tocaban el piano o cocinaban todos juntos . Una familia realmente unida y sana.
De pronto Milagros cumplió quince años, ya era toda una mujercita.
Por suerte para los padres no había ningún chico que le viniera bien. Todos eran muy zarpados. “ Todos los chicos transan y curten “ , decía el hermano. Por eso prefiriendo no autorizarla a ir a bailes y fiestas. Para qué quemar etapas
Milagros estudió tanto que la secundaria pasó como una exhalación. Se recibió con diploma de honor. Papá la llevaba al colegio y la pasaba a buscar, todos los días, sin falta, no sea cosa que le pase algo a la nena hay tantos locos sueltos.
De pronto se empezó a escuchar hablar de violaciones, asaltos y secuestros extorsivos por el barrio. Todos los vecinos le decían a la mamá “ Ustedes cuiden a Milagritos, porque esa chica tan llamativa no puede andar leyendo y viniendo por la calle. Todo esté muy raro, la calle no es como antes. Hay borrachos y drogadictos. El otro día la siguieron a Carlita, la hija de Juan, y pasaron un mal momento” .
En un país en crisis, la gente indigente está desesperada y es capaz de cualquier cosa.
Milagros no era de salir mucho, pero a veces quería ir con las amigas al shopping. Y aunque mamá las llevara y las pasara a a buscar, si pasada cierta hora Mili no aparecía en la esquina convenida, mamá ya empezaba a sudar frío. Los hermanos estaban hartos de escuchar hablar de qué le pasará a Mili que no llama, qué le pasa que no vuelve, a qué hora dijo que la pasemos a buscar. Incluso a veces el hermano menor tenía que llevarla a y buscarla a las casas de las amigas, para que no volviera sola.
“No es justo para los chicos” , dijo un día el papá. “Este barrio ya no es seguro para nadie” . Decidieron vender la casa y mudarse a una hermosa casa en un country.
Total, Mili el año que viene entraría a la universidad, y se dedicaría sólo al estudio, así qué importa vivir acá o allá. Ella había decidido estudiar Ciencias de la Educación , porque le gustaba estar con los hermanitos menores de sus amigas. Le encantaban los chicos.
La universidad quedaba como a una hora de viaje del country, y no había ninguna manera de asegurarse de que ella pudiera ir y volver a la Facultad sana y salva, con la garantía de que no le pasara nada en el trayecto y viajara absolutamente segura .
“Ya pensaremos en algo” dijo papá “Tal vez un pool con los vecinos” .
Cuando fueron a conocer la nueva casa todos hicieron “ Aaaaah , que belleza”, como cuando nació Mili.
Era una fabulosa casa de madera blanca, con ventanales de pared a pared que dejaban ver un parque lleno de flores, y una terraza gigante frente a un lago con totoras y patitos, donde justo se ponía el sol permitiéndoles disfrutar de crepúsculos alucinantemente hermosos. Cada uno tenía una habitación decorada como una tapa de revista de interiores. La de Mili era el sueño de cualquier chica. Encima tenía un vestidor con espejo gigante, y lugar para poner sus adorables vestidos y sus zapatos haciendo juego.
Tenían un playroom donde se reunían a jugar a las cartas, leer o mirar alguna película, claro que nada de tele , que te pudre la cabeza.
Pero casi siempre estaban en el living junto al fuego, o en la cocina gigante y luminosa, inmaculadamente blanca.
“Hicimos bien en mudarnos”, dijo papá. “La calidad de vida que tenemos acá no la teníamos en la ciudad. Y, por sobre todas las cosas, al fin vamos a poder estar tranquilos de que acá a los chicos no les va a pasar nada. Hay seguridad y vigilancia, y Milagritos está a salvo.”.
Ese verano, Mili invitó a algunas de sus amigas de la secundaria a la pileta, y ellas mismas hicieron el asado. Muchas chicas se quedaban a dormir, como solían hacer en la ciudad, para que Mili no tuviera que salir de casa y las chicas no tuvieran que volver a la suya cuando ya se estaba haciendo de noche. Se despidieron largamente sabiendo que con el ingreso a la facultad, cada una haría su destino y estarían muy ocupadas para ningún pijama party.
Hacia el fin del verano, papá y mamá hicieron averiguaciones para ver si había combis puerta a puerta que la llevara a Mili a la facultad. Pero ninguna línea regular hacía ese servicio. Y las que lo hacían, salían más caras que ir a la Facultad en helicóptero. Entonces papá pensó que lo mejor sería contratar a una remisería de confianza que les recomendara un chofer que se encargara de buscar a Mili a casa todas las mañanas, llevarla a la Facultad, y traerla de vuelta a casa todas las tardes, apenas terminaran las clases. Un tío en la zona les dijo que la mejor remisoria era San Cristóbal, que tenía todos autos cero kilómetro con airbag y aire acondicionado, como merecía Mili. Y también le habló de un muchacho llamado Rubén, impecable y muy responsable. A veces el tío le daba sobres con mucho dinero para que lleve al centro, y jamás habían tenido problemas. Era de suma confianza y los sobres llegaban a tiempo, llueva o truene. Muchos vecinos pedían que fuera él quien les llevara los chicos o cosas de valor, porque era muy honesto y era capaz de esperar horas sin dormir hasta que los chicos salieran de un baile. Además, no tomaba ni fumaba.
Tuvieron miedo de que se Rubén estuviera muy cargado de trabajo, ya que era tan requerido por todos.
Pero la recomendación del tío valió la pena, y se resolvió que Rubén dejaría otros compromisos en manos de otro remisero para llevar a Milagros, ya que era tan importante que los padres supieran que la nena llegara bien a la facultad, y que Rubén la esperara ahí hasta la hora de salida, salvo que pudiera hacer algún viajecito en el medio del que pudiera regresar media hora antes de la salida de Mili.
La semana anterior del comienzo de las clases, los padres recibieron a Rubén en la casa para explicarle como sería el sistema para el resto del año. Rubén entendió clarísimo todo, y se comprometió a llamar a los padres ante cualquier demora que hubiera, sea porque se extendiera una clase de Mili o porque hubiera mucho tráfico en la ruta.
Les pareció un muchacho serio, impecablemente vestido, de extracción sencilla, pero atento y responsable. Milagros también estuvo de acuerdo en que sea él quien la llevara y trajera.
Así, Milagros empezó al facultad, y estaba tan atareada con los estudios, que llegaba y se encerraba en su dormitorio con los libros. Estaba feliz con la facultad, y a medida que pasaba el año se mostró más entusiasmada y con más ganas de terminar sus estudios con las mejores notas. Dijo que la facultad era un lugar hermoso, lleno de gente encantadora, que se estaba haciendo muy buenos amigos nuevos, y que no podría invitarlos a casa porque todos tenían muchos trabajo con los parciales, y el country les quedaba a todos demasiado lejos. Pero que no se preocupen por ella, porque estaba superfeliz con la carrera elegida. En suma, la nena estaba bien, la familia se despreocupó, y todos estaban tranquilos y relajados.
-Milagros está muy crecida-, dijo una noche papá.- ¿ Viste que seria y calladita que está últimamente?”
-Si- dijo la mamá- Está totalmente compenetrada en sus estudios.
-¿Y cómo le está yendo?- preguntó él
- Creo que bien – respondió ella.
- ¿ Vos le viste notas? – dijo él
- No , pero ya está grande , y es responsable de su desempeño. No puedo estar pidiéndole notas si está en la facultad.
- Tenes razón – dijo el papá.
Pero la mamá se quedo pensando que era cierto, que no sabían nada de notas. Entró a la cocina para hacerse un té y vio a Mili abriendo la heladera.
- ¿Tenés hambre, mi amor?- dijo mamá
Mili pego un respingo, sorprendida, y cerró la heladera de golpe..
- ¡ Epa! ¿te asusté? – dijo la mamá.
- No, soolo estaba viendo…- dijo Mili, turbada- Tengo ganas de comer aceitunas.
- ¿ Aceitunas , vos?
- Si, no sé por qué me dieron ganas…. ¿No hay?
- No, pero ya vamos a cenar- le dijo la mamá.
- Bueno, sigo estudiando- dijo Mili
Mientras subía la escalera la mamá la miró orgullosa. Por Dios, ya no es una nena, es toda una mujerota. Que lindo cuerpo desarrolló. Está más tetona y más culona .
La mamá volvió al living y dijo al papá :
-Nuestra hija esta hecha una bombonaza
-Es una nena- dijo él .
-No es una nena, vieras las tetas que tiene. La mitad de la ropa no le debe cerrar. Debe tener a todos los pibes de la facultad detrás de ella – insistió ella .
- Por Dios, qué ocurrencia. Es muy inocente para eso .
- Ella puede ser inocente, pero a los tipos no se les escapa ese cuerpito- dijo ella.
- ¿ Le preguntaste por las notas? – dijo papá, irritado, cambiando de tema
-No, ¿tiene que ser ahora?
- Si no le preguntás vos, le pregunto yo
- Ufa. Que venga y nos cuente- dijo la mamá.
Mamá subió la escalera lentamente, pensando en cómo se lo preguntaría. Vio la puerta del cuarto de Mili entreabierta y golpeó discretamente…
- Milagros …
No respondía, pese a que estaba la luz prendida . ¿ Estaría en el playroom? ¿ O en la terraza?
- Milagros …
Vio abrirse detrás suyo la puerta del baño . Y Milagros otra vez pegó un salto al verla .
- Hija , ¿ porqué te asusto? ¿Tan fea estoy?- preguntó la mamá
- No . no sabía que estaba acá…¿Qué pasa?
- Papa y yo te queremos hablar.
Milagros se quedó helada en el pasillo. La mamá vio que se ponía roja como un tomate, y después blanca , con ese blanco transparente como la vieron de recién nacida,. Le tembló la barbilla y se le llenaron los ojos de lágrimas. Bajó la mirada y enfiló a su cuarto, corriendo con el brazo a su madre para poder pasar.
- ¿Podés bajar un segundo, para conversar?
- Está bien, lo hablamos. – dijo Mili en un hilo de voz , mirando el piso, y dejando bajo una carpeta sobre su escritorio una bolsita que la madre recién se percataba que ella llevaba en la mano al salir del baño.
- Vos bajá que yo cierro las ventanas, que esta entrando frío –mintió la madre .
Sintió que sus manos le temblaban como hojas . “ ¿ Qué pasa ahora con esta chica?” , pensó.
Milagros obedeció ciegamente, y salió arrastrando los pies, como quien va al cadalso..
Mamá entró al cuarto como una autómata y trato de recordar como se cerraban las ventanas.
Sólo pensaba en eso bolsita de nylon debajo de la carpeta .
No estaba bien que husmee el escritorio de su hija. Pero la reacción de Milagros había sido extrañísima y ella imaginaba lo peor.
Milagros había sido criada entre algodones.
Seguramente, al llegar a la facultad , se encontró con un grupo de pibes modernos, de ciudad, sin prejuicios, inadaptados. Y ya se sabe que la droga está por todos lados. Por eso Mialkgros se asusta cada vez que la ve. Por eso está tan callada últimamente. Por eso pasa horas encerrada en su cuarto, ya no habla con ellos, no lleva amigos a la casa, y no muestra sus notas. Se está drogando.
No, como madre no podía tocar esa bolsa.
Si su hija se daba cuenta de que había toqueteado sus cosas le perdería la confianza para siempre. Pero también era su deber de madre saber en qué andaba Milagros.
A lo mejor es una bolsa de chocolates. La veo más gordita, y tal vez come golosinas a escondidas, como cuando era chica , pensó , sonriendo, convencida de que lo decía solo para consolarse .
Avanzó hacia el escritorio sintiendo el corazón latir tan fuerte que la escucharían abajo. Tomó la bolsita de nylon, que estaba prolijamente enrollada en torno a algo blanco y alargado, por Dios que no sea una pajita para aspirar cocina.
Lo desenvolvió lo más rápido que pudo tratando de memorizar la manera en que estaba envuelto para volver a colocarlo igual y que Mili no supiera que lo abrió.
Pero sintió que el proceso demoraba años. No podía controlar el temblor de las manos. Cuando lo vio a través del plástico , ya supo que era. Pero pensó “estoy viendo mal”, por el reflejo de la luz en el nylon . Entonces lo sacó, pensando “ Caray soy la madre. No va a venir un policía a tomarme las huellas digilares.”
Sí. Era lo que había pensado un segundo antes.
Un test de embarazo. Con dos rayitas azules paralelas. Positivo.
“Es de una amiga, y lo guardó Mili”, pensó la mamá. ¿Pero para qué? Absurdo. El test se usa y se tira. ¿Adónde se tira? En el baño. Pero si se tira en el baño, lo ven todos los que van al baño. Mili estaba saliendo del baño. Acaba de hacérselo.
La muy torpe no leyó las instrucciones. Esto se hace con el primer pis de la mañana , que tiene las hormonas más concentradas. Y ya es casi de noche. O sea que está tan embarazada que siendo casi de noche le dio positivo. Bueno, esto amerita explicaciones y una junta familiar .Espero que Carlos no se muera de un infarto en el sofá cuando lo sepa. No, no se lo puedo ocultar. Qué vamos a hacer.
Ella bajó.
Y vio a Carlos mirando a Mili que miraba al piso. “¿ Ya hablaron, o no?” , pensó .
- Acá está mamá, así que ahora se lo decís a ella – dijo papá
- ¿Que cosa? - dijo mamá, para saber qué sabía él .
- Ella dice que si ya nos enteramos, que no lo hizo a propósito, que se dio así, naturalmente, pero que no sabia como decírnoslo.
Mamá se arrodilló frente a ella, para alinear su mirada con la de ella, que miraba el piso. .
- Hija, ¿Cómo no nos dijiste nada? Somos tus padres, en esto te tenemos que ayudar como sea.
- Es una desgracia – dijo papá – tanto esfuerzo …
- ¡ No digas eso Carlos! Veamos qué opina ella ...Mili, ¿Nos contás como fue?
- Nada , la princesa es una vaga y no quiere seguir estudiando más …- dijo papá
- ¿ Queeeé? – dijo Milagros - ¿De qué hablás?- y abrió sus ojazos azules como platos – Mamá …¿ De qué querían hablar conmigo?
- De que no sabemos como te va en la Facultad, pero es obvio que no estás estudiando nada, y que te va mal, con esa cara que tenés…
Milagros miró para todos lados, como tratando de entender…
- ¡ En la Facultad me esta yendo lo más bien y no pienso dejarla!
- ¿ Y qué cuernos es lo que no hiciste a propósito y te acongoja tanto?
- ¿ De qué me querían hablar ustedes? - preguntó Milagros, confundida
- - De tus estudios – dijo él .
- De esto- dijo la mamá, mostrándole el test. –De tu embarazo.
- ¿Qué? – dijo el papá, mirándolas a las dos, incrédulo.
Mamá le mostró el test a Mili.
- ¿ Es tuyo, verdad?
Ella siguió mirando el piso. Mamá le pasó el test a papá .
- Dos rayitas azules es positivo. Mirá con tus propios ojos.
Papá lo miro y lo soltó como si quemara. Se agarró la cara con las dos manos, y se apoyó en el respondo del sofá, para no caerse al piso.
Mamá le puso una mano en la rodilla a Mili .
- ¿ Tenés novio?
- Si .
- ¿Por qué no nos contaste?
- Porque no les iba a gustar …
- Hija, ya sos grande y podés enamorarte de quien quieras. A tu edad yo conocí a papi. ¿Hace mucho que están saliendo?
- Cinco meses.
- Lo conociste cuando empezaron las clases.
- Si .
- ¿ Estás enamorada?
- Si .
- Contame como es él.
- Ustedes lo conocen.
Papa abrió dos dedos para ver la escena, y los cerró rápidamente.
- ¿Como que lo conocemos, si nunca trajiste un amigo a casa?
- Lo conocen. Es Rubén.
- ¿Rubén, el remisero?
- Si.
- ¡Pero si es casado y tiene tres hijos!
- Pero va a dejar a su mujer.
Papá se levanto y saló a la terraza gritando.
- Yo el hago juicio a él y a la remisería. Los hundo a todos . ¡Hijo de puta!
- Papa Rubén es un santo, no tiene culpa de nada.
- Carlos, calmate- dijo mamá – Hija …decime cómo fue.
- Nada, charlábamos todos los días, a la ida y a la vuelta, y me enamoré. Es un ser angelical, es divino.
- Pero no podés tener un hijo con el remisero.
- Mamá, ya lo tengo. Está acá.- dijo ella, acariciándose el vientre.

Esa noche se fueron a dormir a las cuatro de la mañana.
Evaluaron todas las posibilidades. Milagros no quería abortar. Tampoco quería que papá y mamá hablaran con Rubén. Faltó tres días a la facultad porque nadie estaba en condiciones de pensar en otra cosa que en cómo salir del atolladero. Para Mili era muy fácil: se casaría con Rubén y se irían a vivir a la casa de la tía de el, que vivía por ahí cerca, en el barrio y tenia un jardín muy lindo. Hasta sugirió que si papá los quería ayudar, podría ofrecerle a Rubén un puesto en la fábrica. Papá no quería ni ver a Rubén, porque tenía miedo de matarlo. Mamá lo citó una tarde, y casi se desmaya tres veces cuando vio que Mili lo agarraba de la mano, y él le acariciaba la panza y tiernamente. No, no eran los planes que tenían para la nena. La vida entera les hacía pito catalán. Para colmo éste Rubén había dejado a dos mujeres embarazadas. Tenía hijos de dos parejas. Con este, de tres. La buena noticia era que nunca se había casado con ninguna, y sí pensaba casarse con Mili. La mala era que no tenía ni el secundario completo, y se comprometió a terminarlo “si es lo que ustedes quieren”. Mamá tampoco quería dejarla mucho a Mili con ese bruto, y los tres se convirtieron en una especie de trío que iba al obstetra juntos, planeaban donde podrían vivir, cómo seguir adelante con ese niñito que crecía sin parar, que por Dios que se parezca a Mili y no a Rubén , que parecía un jugador de fútbol, de tan tosco.
Una mañana mamá se despertó sobresaltada, sin saber bien por qué. El varón de doce años últimamente se había vuelto a hacer pis en la cama a la noche, como a los cuatro años , tal vez para llamar la atención cuando todo estaba en la casa giraba en torno a Milagros. ¿Era el nene que la llamaba para que le cambie las sábanas?
No, era Milagros. Llorando en el baño. Mamá entró y la vio retorcida en el piso, agarrándose la panza. En el inodoro había rastro de sangre, y montones de papel higiénico hechos un bollo en el suelo. Mili lloraba de dolor. Mamá llamó a una ambulancia y salieron con papá los tres a la clínica más cercana. A Mili le dieron un analgésico y un antibiótico, y le hicieron una ecografía. El bebé ya no estaba ahí. Ella dijo que había tenido unos dolores terribles de golpe, en mitad de la noche. Como de menstruación, pero mucho peores. Y que cuando fue al baño, largó una cosa sanguinolenta en la que cree que vio algo parecido a un camarón pequeño. “Fue una lástima que no lo pusieran en un frasco”, dijo el médico. Y mamá lo quiso matar por ese comentario fuera de lugar. “ De todos modos, los abortos espontáneos descartan embriones defectuosos, tal vez el chico era idota, o nacía sin cerebro” , dijo el médico. Y salieron los tres corriendo de ahí para no escuchar más barbaridades. .
Milagros tuvo hemorragias durante cinco días, empapó de sangre varios paquetes de algodón, y lloró tres días seguidos. Rubén vino a verla cada noche, y quería quedarse a dormir en el sofá del living, pero papá no lo dejó.
- Esto es demasiado para vos, Milagros, ¿cuantas materias aprobaste? – preguntó papá a la mañana siguiente
- Nueve, y estoy cursando tres más.
- Bueno, basta por este año, Nos vamos de viaje – dijo papá.
Corrió a una agencia de viajes y sacó el primer pasaje que consiguió: un crucero por el litoral brasileño.
La abuela se instaló en casa para cuidar a los varones y papá y mamá trataron de distraer a Milagros que sonrió exactamente tres veces en diez días. No le interesó el puerto de Santos, ni Bombinhas , ni la Isla de Sao Joao salvo por leves raptos de entusiasmo ante una mariposa azul, un licuado de frutilla y una bikini nueva . La mimaron como si fuera una bebé, y aprendió algo de portugués con unas amiguitas que se le acercaron atraídas por sus lindos rulos y sus ojazos azules.
A la vuelta la mandaron a prolongar sus vacaciones en casa de los tíos en Villa La Angostura, donde aprendió a esquiar. Volvió para fin del verano a casa.
Sobraban las palabras y nadie habló más del asunto, pero quedó claro que Rubén estaba furioso con papá, porque lo echaron de la remisería sin idemnizarlo cuando se enteraron de lo sucedido. Creyó escuchar que había llamado varias veces para preguntar por ella, y que le dejó una carta para ella a mamá. Pero mamá no se la dio, por orden de papá. Milagros la buscó por toda la casa hasta que se cansó. Seguramente, la habían tirado.
Papá contrató la combi puerta a puerta carísima, llena de señores grandes y señoras ejecutivas que dormían o trabajaban en la laptop en todo el viaje.Y le dijo que quería verla terminar la carrera cuanto antes y que quería ver las notas todos los meses.
Ella no se animó a opinar, y decidió hacer lo que le decían.
Un sábado a la tarde, estaba en casa preparando un final, estudiando un libraco de teoría aburridísimo, cuando sonó el teléfono. Ella ni lo atendió, porque no era para ella. ¿Quién la iba a llamar? No tenia amigos, no tenia amigas, y no había nadie en casa.
Y el teléfono volvió a sonar. Ya era molesto, así que lo atendió. Era número equivocado, pero el hombre que le hablaba tenía muy linda voz. Y le hizo un par de chistes que la hicieron reír mucho. Caramba, hacía rato que no se reía. Le dijo que estaba tratando de comunicarse con un amigo, pero que tenía el teléfono mal, y ahora qué hago, por lo menos contame vos qué hacés “Aburrida, como vos, estudiando”, le dijo ella, coqueta y divertida. Se quedaron charlando dos horas, que se le pasaron volando. El le dejó el teléfono, para que volviera a llamarlo si estaba aburrida. Ella sintió pena al cortar.
El domingo, encima de estar estudiando sola para el final, llovía a cántaros.
Pensó en llamarlo, pero no se animó. Y de golpe sonó el teléfono. Era él otra vez. Esta vez charlaron tres horas, y el le contó que también conocía el sur, y que le gustaba esquiar, y le gustan leer, y le interesaba la carrera que ella había elegido, porque él también estudiaba, seguía estudiando siempre, porque era profesor de la facultad de Filosofía y Letras, un trabajo horrible, no da plata, pero hago lo que quiero, siempre fui muy vago. Y le habló de libros y autores interesantísimos de los que ella nunca había oído hablar. Y de animales y plantas del sur que ella no conocía. Y de películas de las que nunca había sentido hablar.
El llamaba todas las tardes a las cuatro en punto. Y ella corría a atender, ansiosa. A mamá le dijo que era un compañero de la facultad.
Un día le dijo que llegaría mas tarde porque tendría que encontrarse con Jorge para estudiar al salir de la facultad. Se encontró con Jorge, dos veces por semana durante un mes. “Esta vez lo voy hacer bien y les voy a decir a papá y mamá que estoy de novia y que tienen que conocerlo, porque nos vamos a casar. Espero que les caiga bien.” , pensó ella.
Y un viernes a la noche Jorge vino a cenar a casa. Mamá estaba preciosa, y papá, muy nervioso. En la puerta de la casa se detuvo un autito destartalado. Cuando mamá abrió la puerta y vio a ese señor cincuentón, pelado, de anteojos y barba blanca como algodón, le dijo que se había equivocado de casa. Milagros se rió y le dijo, “Es Jorge, mamá.”
- Bueno, pa, no pongas esa cara. Te dije que era un hombre grande .Y mirá que suerte , no es casado. Es viudo. Y, ¿sabés que casualidad? ¡Sus nietos viven en Villa La Angostura!
Mamá se llevó a papá a la cocina y le dijo:
- Haceme el favor, no pongas esa cara y tratalo bien. Si nos oponemos, el próximo será peor.

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